Trump vs Clinton: la contienda más enconada en la historia presidencial de EEUU

n un momento en el que se han desacreditado la mayoría de los pronósticos sobre la política, hay uno que es totalmente seguro. Los debates presidenciales entre Hillary Clinton y Donald Trump van a romper el récord de porcentaje de audiencia hasta la fecha, pero no por los temas de los debates, sino para ver cómo el “insultador” más compulsivo de nuestra época intenta denigrar a una de las mujeres más famosas del mundo.

En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público, pero en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador. A pesar del resultado final, la democracia estadounidense cambiará para siempre.

Lo que transcurra en los debates ofrecerá a Trump su mejor oportunidad de ganar el premio. Si usamos medidas convencionales, la campaña de Clinton está a años luz de distancia de su rival. Su operación de recaudación de fondos ha recaudado cerca de 300 mil millones de dólares hasta la fecha, casi cinco veces más que Trump. Sus equipos de empadronamiento electoral ya están trabajando en todos los importantes “swing states”, o estados indecisos. Trump no tiene una operación similar. La oficina central de Clinton en Brooklyn parece un pequeña corporación y cuenta con cientos de empleados de tiempo completo. La organización de Trump en Manhattan consiste de un pequeño grupo de seguidores fieles con muy poca experiencia electoral.

Desde ese punto de vista, Trump es David y Clinton, Goliat. En lugar de una honda, él tiene una cuenta de Twitter. Su arma principal es su habilidad para identificar los puntos débiles de sus rivales y explotarlos despiadadamente.

Algunos comentaristas han descrito a Trump como un “hostigador escolar” que lanza insultos para salirse con la suya. Es un apto resumen de su carácter moral. Pero también es una desestimación peligrosa de sus habilidades. Lo que hemos aprendido de la campaña 2016 es que los votantes no valoran los hechos, la lógica y la consistencia como esperábamos. La campaña de Trump está basada en esa percepción. La civilidad está sobrevalorada. Los insultos funcionan.

¿Podría llevarlo esta estrategia a la Casa Blanca? La regla estándar de las campañas presidenciales estadounidenses es que los propios candidatos deberían evitar atacar el carácter de su oponente; ese tipo de trabajo sucio lo deberían de realizar los sucedáneos.

Trump ha cambiado las reglas. No pasa un día sin que describa a Clinton con frases sin precedentes en la política moderna estadounidense. Según Trump, Clinton es una facilitadora de su esposo violador y una criminal que merece estar en la cárcel. Su familia llegó al poder en la década de 1990 a través de sobornos y asesinatos. Si no puede satisfacer a su esposo, ¿cómo puede satisfacer a Estados Unidos?

Clinton está siguiendo cautelosamente su ejemplo. La semana pasada lo describió como un fraude cuya campaña consiste en una “serie de desvaríos bizarros, disputas personales y mentiras”. Él está tratando de estafar a los votantes estadounidenses de la misma manera en que la Universidad Trump estafó a miles de sus clientes crédulos.

Clinton tiene mucha evidencia para respaldar sus acusaciones. Sin embargo, ha cruzado una línea y no puede dar marcha atrás. Si te involucras en una batalla con un delincuente callejero, debes estar seguro de llegar bien armado. Si tú usas los puños, él le pegará con nudillos de bronce. Clinton ha comenzado a jugar según las reglas de Trump. Él siempre responderá a sus insultos con algo peor.

Todavía faltan cinco meses para que llegue el día de las elecciones y, sin embargo, la carrera 2016 ya se ha convertido en una contienda entre “la chueca Hillary” y “el fraude Trump”. Hay muchos insultos por venir. ¿Podrá Clinton manejar la inevitable intensificación? ¿Podrá sobrevivir la democracia a este rencor?

La respuesta a la primera pregunta es preocupantemente ambivalente. Trump apenas ha comenzado a criticar a Clinton debido a su conflicto de intereses con respecto a la fundación global de Bill Clinton, una organización que acepta millones de dólares de gobiernos extranjeros y de empresarios y que no tiene precedentes en la política estadounidense.

En segundo lugar, en algún momento la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) decidirá si Clinton y su personal deben ser enjuiciados por haber utilizado un servidor de correo electrónico personal para comunicados oficiales. Pero aunque el FBI simplemente emita una amonestación, esto todavía podría ofrecer a Trump una oportunidad para alegar que ha habido un encubrimiento.

Clinton es una candidata débil con graves vulnerabilidades. Después de haber buscado en vano un tema positivo, ha decidido utilizar uno negativo. Trump es demasiado peligroso para ser presidente de Estados Unidos. Ella tiene toda la razón al respecto. Sin embargo, ha elegido luchar bajo las reglas de su oponente.

Según todas las medidas convencionales, Clinton debería ganar fácilmente. Pero no será tan sencillo. Además, aunque ganara, podría percibirse como una victoria hueca. Gobernar un país dividido debido a odios personales va a ser muy difícil.

Cuando Clinton se refiere a la presidencia de su esposo en la década de 1990, pregunta frecuentemente: ¿Qué parte de la paz y prosperidad no te gustó? La respuesta de Trump es clara: Tú, tu esposo y posiblemente tu hija. Comentarios como éste son precisamente la razón por la cual los debates serán vistos por un número récord de televidentes.

Comentarios