Las personas más poderosas se reúnen en el club Bilderberg

Olvídense del Priorato de Sión, los Iluminati, reptilianos y otros cuentos para asustar a niños. El Club de Roma, el CFR, la Comisión Trilateral o el Instituto Tavistock, todos ellos nunca fueron un conciliábulo de venerables ancianos ataviados con túnicas que recitan salmodias.

En la realidad se trata de financieros y ejecutivos de grandes corporaciones, muchos de ellos anónimos, que visten trajes caros y se citan en despachos y salas de reuniones aun más caras.

El Club Bilderberg se llama así por el nombre del hotel neerlandés que escogieron en 1954 siguiendo la iniciativa de Bernardo de Holanda y David Rockefeller. Desde el principio, el núcleo del club lo formaron políticos, financieros y grandes corporaciones, destaca La Vanguardia.

Pese a que el Club siempre ha pretendido como objetivo buscar un mayor entendimiento entre Estados Unidos y Europa tras la II Guerra Mundial y en pos de objetivos comunes, los intereses de la élite son otros, según expertos en estructuras cerradas supranacionales como el analista y escritor Daniel Estulin.

Se trata de una verdadera casta formada siempre por élites blancas de Europa y Norteamérica y cuyo objeto, heredado de ancestrales círculos de poder, es mantener los privilegios que vieron peligrar tras el natural proceso de descolonización.

Pese a que hace tres años el Club abrió un gabinete de prensa, en sus reuniones no existe un acuerdo final ni se emiten declaraciones políticas y todo lo que allí se habla continúa siendo confidencial en grado sumo.

Obviamente, el control de la población humana es demasiado complejo, ambicioso y, por naturaleza, debe permanecer bajo el más absoluto secreto.

Ellos deciden cuándo y cómo aumentará el precio del petróleo, dónde debe estallar una revuelta política o el devenir de una nueva moneda.

Su fin es, según Estulin, la Empresa Mundial SA: poderes fácticos, económicos y financieros, con un poder mayor que cualquier gobierno en el planeta.

La reunión de 2016

Este año el presidente de los bilderbergers será el noble francés Henri de La Croix de Castries, quinto conde de su nombre y CEO de AXA Group.

Allí estarán el financiador de Facebook y cofundador de PayPayl, Peter Thiel; los jefes de las petroleras Galp, Royal Dutch Shell y BP; representantes de los medios de comunicación más influyentes del mundo (este año, Wall Street Journal, NBC News, Bloomberg y Financial Times); y relevantes nombres como Christine Lagarde, gerente del FMI; el general David Petraeus, exdirector de la CIA; John Elkann, presidente de Fiat Chrysler; José M. Durao Barroso, expresidente de la Comisión Europea; y, como siempre, el incombustible y todopoderoso asesor norteamericano Henry Kissinger.

Escasa representación de la realeza acudirá a esta convocatoria: si bien en la lista oficial leemos "Su Majestad el rey de Países Bajos”, se espera que acuda la emérita reina Beatriz, hija del fundador del Club y que nunca falta a una reunión.

A todo esto, ¿quién paga los fastos de Bilderberg? La mayor parte, el Estado anfitrión: Reino Unido empleó casi cuatro millones de dólares del erario público en 2013 para indignación de buena parte de los contribuyentes. El resto forma parte del secreto.

Este año la reunión se celebra, del 9 al 12 de junio, en el hotel Taschenbergpalais Kenpinski de Dresde (Alemania) y la seguridad del evento corre a cargo del Ejército alemán y la Policía.

Los temas de debate que trae la agenda 2016 de los bilderbergers incluyen China, los problemas migratorios europeos, Oriente Medio, Rusia, economía de Estados Unidos, ciberseguridad, geopolítica de la energía, innovación tecnológica y desempleo y clase media.

Apenas un puñado de conspiranoicos había oído hablar de ello hasta que Estulin publicó La verdadera historia del Club Bilderberg (Planeta, 2005). Después vinieron dos secuelas y otros títulos como El imperio invisible, de lectura obligada.

Entre la controversia y la política

Origen Surgido en 1954, el controversial club Bilderberg envuelve un aura de misterio que se magnifica con el paso del tiempo. Y es que las deliberaciones, al más alto nivel, se hacen a puerta cerrada, sin comunicado oficial y sin resoluciones. Todo secreto, nada público. Una característica que choca con su objetivo, que es impulsar el diálogo entre Europa y Norteamérica.
Protesta Los detractores del "antidemocrático” y "elitista” club -así lo califican- aprovecharon la cita para alzar su voz en Dresde. Grupos de izquierda, el ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD) o el movimiento islamófobo Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) fueron algunos de los que tomaron las calles de la histórica ciudad.

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