50 días que pueden culminar en una presidencia Trump

El final de las elecciones estadounidenses está a la vista. Dentro de 50 días sabremos si Donald Trump ha causado el choque político más grande en la historia de Estados Unidos. Hay que reconocer que las increíbles habilidades populistas de la estrella de telerrealidad le han permitido llegar lejos. Ahora Hillary Clinton es lo único que se interpone entre el mundo y el abismo “Trumpiano”.

Desgraciadamente, Clinton tiene que lograrlo mientras se recupera de la neumonía. Es casi impensable que en este momento se sienta obligada a lanzar otra campaña para explicar a los votantes por qué quiere ser presidente. ¿Qué ha estado comunicando durante este año? ¿O durante esta década? Como dice la canción, “Si todavía no me conoces…”.

Se puede decir con seguridad que Clinton no está a punto de sacar un conejo de la chistera. Los votantes tendrán que acoger sus temas de campaña sobre construir puentes en lugar de muros y ser más fuertes juntos. Aunque tales sentimientos son laudables, son peligrosamente anodinos. Sólo le comunican al electorado lo que no es Clinton: ella no es Donald Trump. No nos dicen mucho acerca de lo que ella va a lograr.

Por lo tanto, su victoria depende de la indisciplina de Trump, la cual no siempre es predecible. Si él sigue la estrategia de intentar “alcanzar” a los afroamericanos, los latinos y a las mujeres, tal vez pueda aminorar las advertencias de Clinton. Entonces, ¿qué armas tiene su campaña?

La respuesta es preocupantemente vaga. Esta semana, Clinton y Trump se enfrentarán en un debate que seguramente será el debate televisivo más visto en la historia. Trump tiene la ventaja de contar con bajas expectativas. Clinton es una polemista preparada. Eso implica que Trump no tiene que hacer mucho para ganar.

Para la mayor parte de los televidentes (cerca de 100 millones) el debate será la principal fuente de exposición a la campaña de 2016. Los lectores regulares de los periódicos tal vez no puedan creer que existan votantes indecisos en este momento. Pero la mayoría de estadounidenses ha rechazado la política, lo cual ha permitido el auge de Trump. Si él puede abstenerse de acosar a Clinton, y evitar lanzar insultos en contra de grandes grupos de estadounidenses, los medios de comunicación le otorgarán la victoria. La historia nos indica que los contrincantes normalmente ganan el primero de los tres debates.

La presión sobre Clinton ya es fuerte. Y ahora tiene que combinar la prueba de resistencia política más difícil con lo que antes se consideraba una enfermedad mortal. Los médicos dicen que el período de recuperación de neumonía para un adulto saludable de mediana edad es de dos semanas. Clinton, quien tiene 68 años de edad, regresó a la campaña seis días después de ser diagnosticada. Si se tropieza, toce o estornuda en los próximos días, los resultados políticos serán fatales.

Por más injusto que nos parezca, Clinton tiene la culpa. Su inclinación hacia el secretismo es una herramienta útil para armar las teorías conspiratorias que Trump usa en contra de sus adversarios. Sus sucedáneos han estado diseminando rumores de que Clinton sufre Parkinson, Alzheimer y otras enfermedades. Estas tácticas son reprehensibles. Sin embargo, si a Clinton la diagnosticarán con una verdadera enfermedad, ¿confiaríamos en que ella se lo comunicaría a alguien? La historia de Clinton nos indica que ella sólo revela información cuando alguien se lo exige. No debería sorprendernos que los votantes duden de su honestidad. Si esta elección se trata de un concurso de quién es el candidato menos impopular, Clinton puede perder.

Lo único que necesita hacer Trump es controlar su rudeza durante siete semanas. La mayoría de las personas podrían hacerlo fácilmente. Pero no sabemos si Trump es capaz de hacerlo.

Por otro lado, Clinton tiene problemas que surgen a raíz de su reputación de ser amiga de personas pudientes. Fue una buena decisión no participar en el evento anual del Clinton Global Initiative en Nueva York esta semana. Sin embargo el festejo de la Fundación Clinton no debería celebrarse. Justo en el momento en que la campaña está entrando en la recta final, los votantes se recordarán de las acusaciones de “pagar para jugar” en contra de los Clinton.

Aun sin la presencia de Clinton, su campaña no se beneficiará de tres días de autoelogio liberal. Fue bastante negativo lo que dijo en otro evento “dorado” en Nueva York la semana pasada cuando aseveró que la mitad de los seguidores del Trump eran racistas “irredimibles”. Cierto o no, un candidato nunca debería criticar al electorado.

Entonces esto es lo que nos espera: 50 días nauseabundos llenos de incertidumbre. Es posible que Estados Unidos esté a punto de elegir a un orgulloso xenófobo ignorante como presidente. Clinton no es así. Pero ha permitido a Trump convertir esta elección en una contienda demasiado reñida. En este momento, el impulso de la campaña se está desplazando hacia él.

Ahora todo depende de que Clinton pueda utilizar su reconocida capacidad para luchar que le ha servido en el pasado cuando las cosas se han puesto difíciles.

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