América Latina ante Trump

POLÍTICA | LA PRESENCIA DE DONALD TRUMP COMO CANDIDATO A PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, HA PUESTO EN ALERTA A MUCHAS REGIONES, ENTRE ELLAS AMÉRICA LATINA.
Comenzó casi como un chiste. En realidad como un chiste total, porque ninguno de los latinos podíamos imaginar que el gringo que estaba desatando discursos polémicos como el de construir una muralla alrededor de Estados Unidos, pagada por los mexicanos, para que dejen de entrar los ciudadanos indocumentados, que quiere poner vigilancia en las mezquitas, o hasta “perfeccionar” los métodos de tortura, llegara a estar frente a frente ante la posibilidad de ganar las elecciones presidenciales de ese país.
Dicen que Estados Unidos es el país donde todo es posible. Pues así parece. “El Donald”, pasó de multimillonario inmobiliario, a candidato de plato fuerte del partido de los republicanos, conservadores, de derecha, etc., pero jamás tan arriesgados como poner a un fenómeno como Trump de candidato. Y sin embargo ahí está.
Para que se conozca mejor quién es y cómo piensa “El Donald”, acá algunas de sus propuestas: Si resultara elegido, Trump haría que China devaluara su moneda y forzaría al gigante asiático a cambiar sus estándares ambientales y laborales. “¿Cuándo fue la última vez que alguien vio ganarle, digamos, a China, en un acuerdo comercial? Nos matan. Yo le gano a China todo el tiempo. Todo el tiempo"
Trump cree que Estados Unidos debe utilizar métodos de tortura como el "submarino" o ahogamiento simulado (cubrir la cara de una persona con una manta y verter agua sobre su rostro) y otras modalidades en los "interrogatorios extremos" que forman parte de su lucha contra el autodenominado Estado Islámico. A su modo de ver esos métodos son "minucias" en comparación con las tácticas usadas por los militantes de EI, tales como las decapitaciones.
Además Trump "bombardearía a Estado Islámico hasta hacerlo desaparecer de la faz de la tierra". Él cree que ningún otro candidato sería lo suficientemente fuerte ante el autodenominado Califato. Su estrategia sería cortar su acceso a las plantas petroleras. “¿Saben por qué son ricos? Porque tienen petróleo. Les arrebataré por completo su fuente de riqueza, que es el crudo. Los bombardearé hasta erradicarlos"
Para él el cambio climático es solo una cuestión de "el clima". Aunque el magnate cree importante mantener limpios el aire y el agua, considera que el "cambio climático" es una mentira y cree que poner restricciones ambientales para los negocios reduce la competitividad en el mercado global.
Trump quiere promover una masiva deportación de por lo menos 11 millones de inmigrantes que viven en Estados Unidos. Su idea no solo es criticada por xenófoba, sino también por derrochadora: se calcula que hacerlo podría costar cerca de 114.000 millones de dólares.
Pero no solo es la deportación. De llegar a ser presidente, terminaría con la "ciudadanía por nacimiento", la legislación que garantiza la ciudadanía estadounidense a las personas que hayan nacido en su suelo, sin importar si son hijos de inmigrantes indocumentados. “Vamos a mantener a las familias juntas, pero se tienen que ir. Una nación sin fronteras no es una nación"
El aspirante a la candidatura republicana quiere construir "un gran, gran muro" entre Estados Unidos y México para mantener alejados a los inmigrantes indocumentados, así como evitar la entrada de refugiados sirios. Trump ha sugerido que los mexicanos que han llegado a EE.UU. son en su mayoría criminales. "Ellos están trayendo drogas, crimen y además, son violadores", dijo.
Así las cosas, frente a la demócrata y también controversial Hillary Clinton, está Donald Trump, con sus ideas incendiarias y millones de seguidores que lo aplauden. ¿Qué pasaría con América Latina si Trump gana las elecciones? Convocamos a cinco intelectuales bolivianos para que hagan un dibujo imaginario de qué sucedería en el caso de que Donald Trump gane las elecciones. Estos son sus análisis.
(Datos de CNN)
 
LA IRRACIONALIDAD CABALGA DE NUEVO
Carlos Hugo Molina (*)
El cineasta Michael Moore, en un artículo publicado en las redes sociales, expone 5 razones por las cuales considera que las elecciones en los Estados Unidos serán ganadas por Trump. El artículo busca una reacción del electorado norteamericano al incorporar frases efectistas como “Les dije que Trump ganaría la candidatura republicana y ahora tengo que darles una noticia aún más terrible y deprimente: Donald J. Trump ganará en noviembre.” “Nunca en mi vida he deseado tanto que alguien demuestre que estoy equivocado.”
Sin duda, el artículo está escrito para los norteamericanos y con el conocimiento sociológico que tiene de sus connacionales, los argumentos son altamente consistentes.
Estados Unidos “necesita” un John Wayne cabalgando en misiles del siglo XXI. Ya disparó varios con frases calificadas como detestables y destinadas al sentimiento más profundamente gringo de los norteamericanos: "Este es un país en el que hablamos inglés, no español" "México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crimen, que son violadores." "Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos." "Tristemente, el sueño americano está muerto. Pero si fuera elegido presidente, lo traería de regreso más grande, mejor y más fuerte que nunca y haríamos a Estados Unidos grandioso de nuevo".
Su elección sería el mejor reto que podría recibir América Latina. Frente a tanta irracionalidad y estupidez voluntariamente asumida, nos obligaría a ser mejores con nosotros mismos.
(*) Carlos Hugo Molina es investigador social.
 
NO ES CHISTE…HAY QUE TOMARSE A TRUMP EN SERIO
Hernán Terrazas (*)
Aunque las encuestas realizadas después de la convención demócrata muestran que Hillary Clinton recuperó terreno frente a su rival republicano, Donald Trump, las diferencias no son tan claras como para pronosticar quién resultará ganador de las elecciones de noviembre próximo en los Estados Unidos.
La historia todavía está por escribirse, pero en América Latina y en el resto del mundo ya hay preocupación por lo que puede ocurrir si Trump se convierte en el presidente número 45 de Estados Unidos. La curiosidad que provocó en principio se ha transformado en temor.
¿Qué es lo que puede pasar? Si establecemos una diferencia entre las ocurrencias de los mensajes de inicios de la campaña y la aparente mesura de los últimos, podríamos decir que Trump incorporó un “editor” de lo políticamente correcto en sus discursos, lo cual no quiere decir que haya cambiado de manera de pensar. Simplemente descubrió que podía ganar y que, para hacerlo, debía “fingir” un poco.
Y es que Trump no es solo ocurrente. Su desprecio por todo lo extranjero es evidente, lo mismo que su misoginia. No intenta, ni de lejos, entender lo que ocurre más allá de las fronteras de su país. En su visión, el mundo es una amenaza y la globalización el origen de una controversial “pesadilla americana”.
Es poco probable que Trump pueda llevar a la práctica muchos de sus desvaríos políticos nacionalistas. Pero el problema no es lo que Donald haga – que podría no ser mucho si consigue llegar a la Casa Blanca – sino lo que este señor piensa y las expectativas que, a partir de ello, ha creado en los sectores más conservadores de su país.
El riesgo es que una victoria de Trump empodere a lo peor de la sociedad estadounidense. Se puede ser conservador – nada hay de malo en ello -, pero misógino, homofóbico o racista, son actitudes, tomas de posición, que están más cerca del submundo del delito que del mundo de las ideas.
Por eso, “muros” aparte, más que pensar en las posibles consecuencias de una presidencia de Trump para América Latina, habrá que considerar la magnitud de los riesgos que para la humanidad tuvieron en el pasado personajes de ideas similares.
Puede sonar excesivo, pero en las próximas elecciones de Estados Unidos el mundo entero está en campaña, porque no es chiste…hay que tomarse a Trump en serio.
(*) Hernán Terrazas es periodista.
 
EL AJUSTE DE CUENTAS
Puka Reyesvilla (*)
Haciendo gala de la más grotesca chabacanería, el candidato republicano Donald Trump ha encandilado a tal cantidad de electores que no resulta, a estas alturas, descabellado el pronóstico que lo visualiza como el próximo presidente de los Estados Unidos.
Hace unos años, cuando George W. Bush llegaba a la Casa Blanca, escribí que la solidez del sistema democrático estadounidense era tan fuerte que el país podía darse el lujo de tener un personaje tan elemental como el mencionado en el salón oval. Temo que con Trump en el Ejecutivo, dicho sistema vaya a desequilibrarse afectando a los poderes Legislativo y Judicial.
Un asunto no menos llamativo es la pervivencia del bipartidismo. ¿Hubiese tenido Trump el mismo éxito si se lanzaba como tercera opción? Las experiencias de Ross Perrot y Ralph Nader parecen indicar que no.
El discurso populista del magnate –un retroceso de al menos cien años- exalta a los WASP y denuesta a los “extraños”, a los que achaca de toda posible desgracia en la Unión. Entre ellos, por supuesto, a los latinoamericanos avecindados en EEUU –genéricamente caracterizados como “mexicanos”-. Este discurso ha hecho aflorar una xenofobia de imprevisibles consecuencias (incluso si Clinton ganara). El daño está hecho.
Trump llama a un ajuste de cuentas interno y a reponer a USA en las grandes ligas abandonadas, según él, las últimas décadas; por ello, en tanto países, los latinoamericanos no cuentan en la charla, aunque un endurecimiento de las políticas migratorias afectará a millones de ciudadanos como el que escribe.
Otro asunto en relación a Latinoamérica, improbable pero no imposible, podría darse si se produjera una ola de deportaciones –a México, principalmente-.
Por último, hay la posibilidad de que sean los países más afines a Estados Unidos –el propio México, Chile, Colombia- los que más resientan un hipotético gobierno de Trump.
*Puka Reyesvilla es docente universitario.
 

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Trump su hijo eric, con su esposa vanessa y su hija ivanka.
Agencias
EL PODER ABSOLUTO
Iván Arias (*)
Pensando en Donald Trump y la línea discursiva de su campaña que se basa en el miedo, el rencor y lo catastrófico, me dan ganas de repetir a nuestro Vicepresidente cuando el pasado mes de febrero de 2016, a propósito del referéndum re eleccionario decía a un grupo de padres de familia en una comunidad rural: “Papá, mamá, no lo abandones al presidente Evo, no lo dejes solo. No lo abandonen, el presidente Evo si tiene apoyo construye colegios, si no tiene apoyo regresarán los gringos, regresarán los vendepatrias, regresarán los asesinos y a las wawas les van a quitar todo y no va a haber destino. Va a haber llanto y el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”. 
Y es que los extremismos se unen: Trump quiere el poder total y univoco. Para ello exalta los errores del sistema y los errores de sus contrincantes. Al igual que Hitler, su oratoria demagógica e incendiaria mueve el resorte más primario del pueblo, “su discurso simple, rudo y visceral llegaba bien a las masas hastiadas de sus políticos y esta fue sin duda la gran oportunidad para que una persona con escasas cualificaciones llegara a ser Canciller alemán” (Fernando Navarro,2015).
Como es bien sabido, todo dictador que se precie sabe manejar perfectamente los instrumentos legales del Estado de Derecho para destruirlo. Hoy, los bolivianos, venezolanos, nicaragüenses y otros países que pregonan el socialismo del siglo XXI, hemos comprobado cómo los líderes que toman el poder, solo se dedican a minar las instituciones democráticas y reducirla solo al voto, con el ánimo, a nombre de la revolución, de atornillarse en el poder.
Donald Trump, a pesar que no habla de socialismo, busca lo mismo que Putin en Rusia y los bolivarianos en Sudamérica: el poder absoluto a nombre de enemigos creados e identificados. Hitler tenía a los judíos y su religión, los socialistas del siglo XXI a los neoliberales, hoy Trump tiene a los migrantes y el islamismo. En todo caso, la emergencia de líderes como Trump y sus variables latinoamericanas, están mostrando que los políticos opositores a estas tendencias no se han reinventado, que no se han fijado en los problemas cotidianos y que, y esta razón en central, no se ocupan de la gente. Sí, del ciudadano común que tiene que lidiar cada segundo con llenar la olla y pensar el futuro de sus hijos.
Políticos que no piensan en la gente son el caldo de cultivo para que populismos baratos ya de izquierda o derecha emerjan y se suban sobre las espaldas de un pueblo cansado de promesas y que todos los días siente que el dinero no le alcanza. EEUU, a pesar de todo, tiene instituciones fuertes que impedirán un cataclismo político, pero también un partido demócrata que asumió el reto de reinventarse y de pensar en la gente. Este es el mejor dique contra el neofacismo que expresa Trump
*Ivan Arias es analista político.
 
LA POLÍTICA DE LA REPRESIÓN
Hernando Calla (*)
Trump es impredecible en política exterior. Como outsider al sistema político, y sin vínculos conocidos con los neoconservadores e intervencionistas liberales que han dominado la política exterior estadounidense desde al menos los 1990, nadie sabe quiénes son o serán sus asesores políticos.  Si nos guiamos por el discurso de aceptación a su nominación oficial como candidato presidencial republicano, un analista identificó algunas resonancias con el discurso de Nixon en 1968  cuyo mensaje de “Ley y Orden” es ahora reivindicado por Trump (“Soy el candidato de Law and Order”, gesticuló) en clara alusión a su posición respecto al clima de creciente violencia criminal y racial en Estados Unidos aunque, como es característico de una amplia gama de políticos, culpabilizando de ello a sus propias víctimas.
Una mirada de largo aliento nos advierte que una de las políticas norteamericanas de mayor impacto sobre los países latinoamericanos fue la “Guerra contra las drogas”, precisamente declarada por Nixon en 1971. A pesar de que nadie sabe qué es lo que haría Trump como presidente de EEUU en América Latina (como empresario y magnate de bienes raíces tiene predilección por los hoteles lujosos tipo rascacielos), no hay que anticipar mayores cambios en este campo. Trump mantendría una política de represión al narcotráfico en los países productores; sólo que seguramente disminuiría la cooperación a los programas de represión demasiado costosos (como el Plan Colombia) y no debería extrañar que intente hacer pagar, a los propios países “beneficiarios” de la cooperación estadounidense, la erradicación de cultivos destinados al narcotráfico y el financiamiento de las políticas de narcotráfico en general.
Si hemos de creer su retórica en contra de los tratados de libre comercio, también se podrían esperar cambios en esta otra constante de la política exterior de las últimas décadas. A no dudar, una de las políticas del orden establecido que impactó negativamente en algunas economías latinoamericanas fue la promoción de los tratados de libre comercio. En México, el TLCAN (impulsado por Bill Clinton) tuvo un impacto considerable desde sus inicios (1994) en la pérdida de competitividad de la producción doméstica y los cultivos locales, y en el creciente desempleo rural que alentó la migración –a pesar de las condiciones cada vez más precarias de los inmigrantes indocumentados– hacia Estados Unidos.
Pero Trump es el candidato presidencial de los estadounidenses menos indicado para liderar cambios que pudieran considerarse favorables desde una perspectiva latinoamericana y, sobre todo, sin ninguna autoridad moral ni capacidad intelectual para aceptar que buena parte del “problema” migratorio ha sido ocasionado por ellos mismos y que, en consecuencia, las deportaciones selectivas de indocumentados llevadas a cabo durante el gobierno de Obama así como las masivas que promete Trump (este amenaza con deportar 11 millones de indocumentados en 18 meses) manifiestan nuevamente la indecencia de culpabilizar a las víctimas al estigmatizar a refugiados e inmigrantes y pretendiendo, además, hacerles pagar de sus propios recursos (como el muro de 3000 km que dice construirá en la frontera con México) las supuestas “soluciones” que le ofrece a una población blanca atemorizada y presa de sus prejuicios racistas.
En suma, Trump radicalizaría la política exterior del establishment estadounidense basada en el intervencionismo político y la desestabilización económica y social de los países latinoamericanos que ha promovido durante décadas, hasta hacerles pagar todos los muros con que los privilegiados norteamericanos quieren proteger sus condominios exclusivos de la “contaminación” que perciben en la inmigración “ilegal” de mexicanos, pochos, jibaritos, chicanos o spics latinoamericanos.
 
(*) Hernando Calla es economista.
 
TRUMP BUSCA DIVIDIR PARA REINAR
Andrés Torrez*
Estados Unidos de Norte America acaba de comenzar la nueva Carrera Electoral por la Presidencia de uno de los paises mas importantes e influyentes del Planeta. Mucha gente se pregunta si los resultados de estas elecciones seran determinantes o influyentes para America Latina y en particular para Bolivia. Existen dos escenarios posibles para octubre de este 2016 donde compiten Hillary Clinton y Donald Trump, ambos candidatos controvertidos y polarizantes en el seno de sus partidos.
Hillary Clinton rompe paradigmas al ser la primera mujer en ser nominada para la Presidencia en la historia de Estados Unidos. Sin embargo su fuerte personalidad genera una division en el partido democrata que no ven en su propuesta política una renovacion y continuidad del Cambio que representa Obama. Muchos en su partido creen que Hillary representa volver a la era Pre Obama dentro del partido y el 9% de los que apoyaban a Sanders en las primarias prefieren votar por Trump antes que por Hillary.
Por otra Parte Donald Trump, controvertido empresario y estrella mediatica norteamericana rompe paradigmas conservadores en el partido Republicano para ganarle a los grandes favoritios como Jeb Bush, Ted Cruz, o Michael Rubio en la Carrera a la Presidencia. Contestatario conservador, apela al miedo y a los prejuicios mas arraigados de la America profunda para levanter el apoyo de los grupos blancos apaleados por la crisis de los ultimos años. Con un electorado muy religioso, conservador y de clase obrera protestante, Trump representa los temores por el futuro y la añoranza del pasado liberal blanco de USA.
El triunfo de Trump no afectará de forma importante en las economias a America Latina y Bolivia. La influencia sera principalmente política. En caso de triunfar Trump la politica experior norteamericana sera parecida a la George Bush con un enfasis en los conflictos internacionales con medio oriente, polarizando el mundo entre buenos y malos, donde Bolivia y America Latina son irrelevantes a los intereses Americanos, más aún con un gobierno como el de Evo Morales que no tiene ninguna intension de sostener relaciones con Estados Unidos.
Trump representa el miedo al cambio global, a los avances igualitarios de la globalizacion, a la flexibilizacion de las fronteras y el intercambio commercial internacional más regulado y controlado. Representa el triunfo de un mundo en blanco y negro que esta en contra de la política multipolar y multilateral con varios actores nuevos en la agenda mundial. Esta nueva realidad global tiene en Trump, Putin, Castro y Maduro a sus grandes detractores. Ellos añoran un mundo de buenos y malos donde es mas facil polarizar generando enemigos para justificar la proliferacion del gasto publico en armamento, conflicto y enfrentamientos. Son  representantes directos de los grupos de poder más conservadores y castigados por las políticas modernas del calentamiento global, cambio de matrices energeticas, politicas multilaterals y pacificas de reslucion de conflictos, regulacion de mercados financieros internacionales, etc. Representan al capitalismo de camarillas que se dan en Rusia, Cuba, USA o Bolivia cuando el poder presidencial se concentra y dirije por encima de las instituciones el destino economico y social del país.

Líderes como Trump, Putin, Evo o Maduro tienen grandes similitudes en sus visiones polarizadas del mundo y se fortalecen en el conflicto y la confrontacion y se debilitan en la concertacion y el dialogo. El Triunfo de Trump en las proximas elecciones fortalecerá los liderazgos autoritarios en el mundo por que le dará a sus enemigos herramientas para divider el discurso politico y fortalecer los debates extremistas ideologicos.

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